Relaciones armoniosas


Cuando la gente trata de manejar la extremadamente compleja maquinaria de los sentimientos humanos sin la menor preparación, los resultados suelen ser desastrosos. Muy pocos se percatan de que gran parte de la felicidad yace en el arte de comprender las leyes del comportamiento. De ahí que tantas personas, con frecuencia, se encuentran "en líos" con sus amigos y, peor aún, en guerra constante con sus seres queridos en el hogar.


La mayor felicidad consiste en estar en paz con nuestras relaciones más cercanas, es decir, aquéllas con quienes debemos vivir todos los días del año, pero ¿cómo llevarse bien con los demás?

El principio básico del comportamiento correcto es la autorreforma. Cada vez que surgen conflictos con nuestros amigos o seres queridos, debemos asumir nuestra responsabilidad por haber llegado a esa situación, y luego procurar darle término tan rápidamente como nos sea posible. De nada sirve agravar el conflicto recriminándoles con descortesía, rudeza y vociferaciones. A las personas irascibles podemos enseñarles a corregir sus faltas dándoles un buen ejemplo, lo cual es cien veces más eficaz que hacerlo con palabras ásperas.

Cuando hay una disputa, por lo menos dos personas están involucradas. Así pues, no cabe disputa alguna si rehúsas tú participar. La persona espiritual conquista la ira con la calma, detiene las disputas permaneciendo en silencio, disipa las discordias con la dulzura de sus palabras, y avergüenza a quienes actúan descortésmente con su consideración hacia los demás. Ser espiritual es poseer un criterio amplio, saber comprender y perdonar, y ser amigo de todos. No existe acción más liberadora que la de corresponder con sincera bondad a la maldad de la gente. La genuina urbanidad, la sincera cortesía y la constante buena voluntad son la panacea adecuada para todo mal comportamiento.

La gente suele generalmente hablar y actuar desde su propio punto de vista. Rara vez ve, o trata de ver, la posición de la otra persona. Si al no haber entendimiento entras en conflicto con alguien, recuerda esto: "los necios disputan; los sabios intercambian ideas".

Tener una disposición serena no significa sonreír siempre y estar de acuerdo con todos sin importar lo que estén diciendo, es decir, aun cuando conozcas la verdad guardas silencio pues no deseas incomodar a nadie con ella. Esto es una exageración. Quienes así tratan de complacer a todo el mundo, con el deseo de recibir alabanzas por su buen carácter, no necesariamente tienen dominio de sus sentimientos. 

Quien posee ese control es fiel a la verdad, da a conocer esa verdad siempre que le es posible, y evita irritar sin necesidad a personas que, de todos modos, no van a ser receptivas. Sabe cuando hablar y cuando callar, pero nunca compromete sus propios ideales ni su paz interior. Una persona de semejante carácter contribuye grandemente a promover el bien en este mundo.

Deberíamos convertirnos en personas atractivas usando la fina vestimenta de un lenguaje genuinamente cortés. Primero debemos ser corteses con  nuestros parientes próximos, cuando podemos serlos con ellos habitualmente seremos amables con toda la gente. La base de la verdadera felicidad familiar descansa sobre el altar de la comprensión y las palabras afables. No es necesario estar de acuerdo en todo para demostrar amabilidad. El silencio sereno, la sinceridad y las palabras corteses, ya sea se esté de acuerdo o en desacuerdo con los demás, caracterizan a la persona que sabe comportarse.

Si deseas ser amado, comienza por amar a aquellos que necesitan tu amor. Si deseas que los demás simpaticen contigo, comienza por demostrar simpatía a quienes te rodean, Si deseas ser respetado, debes aprender a ser respetuoso con todos, tanto jóvenes como ancianos. Eres tú quien debe ser primeramente como deseas que sean los demás; comprobarás entonces que ellos te responden de manera semejante. 

Paramahansa Yogananda