COVID-19 / MARZO-20

Una enfermedad se convierte en epidemia o en pandemia cuando no se está preparado para hacerle frente.

Esto es lo que está sucediendo con el COVID-19, un coronavirus nuevo, desconocido, que está provocando una enfermedad para la que no se estaba preparado.


A lo largo de la historia de la humanidad siempre ha habido enfermedades nuevas y desconocidas; enfermedades que se extendieron y se cobraron vidas, igual que está sucediendo ahora, porque no había conocimiento para afrontarlas. Esto ocurrió en el pasado, está ocurriendo en el presente y seguirá ocurriendo en el futuro porque así es la naturaleza de la vida y la limitación del conocimiento humano.

Un sistema inmunológico fuerte es la clave para gozar de salud física. Pero el sistema inmunológico no se fortalece de un día para otro (y mucho menos porque ahora tomemos todo lo que nos digan que es bueno); no... para nada... Eso solo se consigue manteniendo hábitos de vida saludables de forma continuada.

Las medidas que se están tomando por parte de los gobernantes son para evitar la propagación (algo difícil de conseguir porque el virus está en el medio ambiente, en el elemento aire; ambiente que todos compartimos, aire que todos respiramos). Pero la interpretación que se está haciendo de esas medidas están empezando a provocar situaciones caóticas (como por ejemplo el abastecimiento desenfrenado) motivadas por el miedo, una de las emociones más dañinas y peligrosas que existen.

En momentos críticos lo que menos se necesitan son mentes caóticas. En momentos críticos lo que se necesita es un sistema psicoemocional con fortaleza, estabilidad y claridad para saber reaccionar y gestionar.

Lo que está sucediendo debería servirnos para reflexionar sobre la vulnerabilidad del hombre y el poder de la naturaleza de la vida; y sobre todo, para darnos cuenta de la capacidad psicoemocional que tenemos desarrollada para afrontar esta situación que estamos viviendo, y cualquier otro desafío que nos traiga la vida.