Solo dos legados duraderos podemos dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas.
Hodding Carter
Mi hija acaba de cumplir dieciocho años y este hecho, y la cita de Hodding Carter, me inspira a escribir sobre padres e hijos. Cumplir dieciocho años no es más importante que cualquier otro cumpleaños ¡todos los cumpleaños son importantes!; pero sí es un cumpleaños algo más significativo por lo que, socialmente, representa cumplir esa edad.
Las palabras de Hodding Carter son muy acertadas. Leerlas de forma reflexiva nos da plena consciencia de la importancia y los cometidos que los padres tenemos en esa parte del camino de la vida en que acompañamos a nuestros hijos; camino que es un continuo y constante aprendizaje para ellos y para nosotros.
Durante los dieciocho años que llevo acompañando a mi hija he aprendido que las raíces y las alas crecen al mismo tiempo; que durante ese crecimiento los padres somos figuras esenciales en la vida de nuestros hijos; que el oficio de padre solo se aprende, de verdad, con el ejercicio de la práctica; y que no hay métodos establecidos, porque cada ser tiene su propia alma que requiere una determinada sensibilidad en el trato.
He intentado, y espero haberlo conseguido, darle a mi hija buenas y sanas raíces para que ame y valore su origen; para que sepa dónde está en cada momento; para que tenga los pies tan firmemente plantados en la tierra que parezca que tiene cuatro piernas en lugar de dos; para que pueda estar en el mundo y sostenerse en la vida; para que resista las tormentas que puedan llegarle; para que aunque a veces se doble, vuelva a ponerse en pie.
Al mismo tiempo, la he ayudado a desplegar sus alas para que vuele alto; para que toque el cielo con sus manos; para que conquiste la vida por ella misma; para que busque su propio camino con entusiasmo y convicción, sin miedos ni ataduras, con la naturalidad del que sabe que las dificultades forman parte de la vida y, precisamente por eso, hay que saber superarlas.
Raíces y Alas. Los pies en el centro de uno mismo, en lo que se sabe que cada uno es. Las manos tendidas hacia arriba, buscando lo que se puede llegar a ser.
Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no te convierte en pianista. Padres buenos hay muchos; buenos padres, pocos. De entre todo lo que conlleva y significa la gran responsabilidad de ser padres he escogido los siguientes pensamientos:
Ser padres es educar:
"Educar a los hijos es, en esencia, enseñarles a valerse sin nosotros" Mario Sarmiento V.
"Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida" Pitágoras.
Ser padres es estar:
"Los seres humanos son lo que sus padres hacen de ellos" Ralph Waldo Emerson.
"El mejor legado de un padre a sus hijos es un poco de su tiempo cada día" O. A. Battista.
Ser padres es apoyar:
"Un padre vale por cien maestros" George Herbert.
"Dale a tu hijo una idea constructiva, y lo habrás enriquecido para siempre" Montaper.
Ser padres es permitir:
“Enseña a los jóvenes cómo pensar, no lo que han de pensar" Sidney Sugarman.
"Deje caminar a su hijo por donde la estrella le llama" Miguel de Cervantes Saavedra.
Ser padres es dar ejemplo:
"Vive de modo tal que, cuando tus hijos piensen en la justicia y en la integridad, piensen en ti" J. Brown.
"Cada día de nuestra vida hacemos depósitos en el banco de la memoria de nuestros hijos" Charles Swindoll.
Pero sobre todo, y por encima de todo, ser padres es amor incondicional:
"No hay palabra ni pincel que llegue a manifestar amor de padre" Mateo Alemán."No es la carne y la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres" Johann C. Friedrich Schiller.
Y nada, absolutamente nada como el hogar para amueblarles la cabeza. Porque es en casa donde aprendemos a ser personas, donde vivimos las cosas más importantes de nuestra vida, donde habitan nuestras emociones y aquello que de verdad nos importa:
"¿De qué sirve brindar a los hijos todos los caprichos, si no les brindamos una verdadera familia?" S. Biffi.
Para mi hija con todo el amor
que mi corazón de madre
puede albergar
Aurora Blanco