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Tú manejas tu propia energía. Eres libre de hacer con ella lo que quieras: darla, multiplicarla, usarla para sanar, hacerla fluir, estancarla, desperdiciarla...
Lo que decides hacer con tu energía es lo que determina tu poder personal.
Tu poder personal vive en tus pensamientos, en tu
dialogo interno. En lo que te estás diciendo continuamente a ti mismo. Y es a través de tus pensamientos
como cedes tu poder.
Cedes
tu poder cuando das tu energía a lo que te dijeron que eres, a las creencias
impuestas, a las personas que te rodean, a las figuras de autoridad, a tus
padres, a tu pareja, a tu trabajo…
Cuentan que había una vez un rey muy caprichoso que tenía una
hija muy hermosa con muchos pretendientes. Para casarla puso una condición algo
absurda. El hombre que fuera capaz de hacer volar un halcón que hacía tiempo
estaba posado en una rama en un árbol de su jardín, y que nadie había logrado
hacer volar, sería el afortunado que se casaría con su hija.
Todos los pretendientes intentaron con distintas
mañas que el halcón volara, sin embargo ninguno lo consiguió.
Una mañana el rey se
levanto y vio volando al halcón por su jardín. Su hija ya tenía pretendiente. Cuando
lo mando llamar se sorprendió mucho al ver al humilde campesino que se postraba
a sus pies, y le preguntó:
- ¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste?
¿Eres mago, acaso?
Entre feliz e
intimidado, el hombre respondió:
- No fue difícil majestad, tan solo corté la rama, el pájaro se dio cuenta que tenía alas y echó
a volar.
La solución a tu situación, a tu dificultad, no la vas a encontrar fuera. El cambio empieza dentro tuyo. El momento es ahora.
Ilumina ese momento con la confianza en ti mismo, con
la sabiduría de tu corazón y con tu voz interior que te conecta con tu poder
personal.
Tu mente te dará excusas perfectas,
pero estas excusas serán las que te limitaran y harán que te quedes con la dificultad.
Nadie elige por ti. Nadie vendrá a salvarte. Solo
tú tienes el poder de cortar la rama, cuando lo hagas te darás cuenta, como el
halcón, de que tienes alas para volar.
Aurora Blanco